El doctor Justin McCarthy, demógrafo americano, experto en el Imperio Otomano e historiador de la Universidad de Louisville, sostiene que 1,3 millones de armenios vivían en el Imperio Otomano antes de la Primera Guerra Mundial, de los cuales la mitad residía en las zonas de guerra.
"Por lo tanto", sostiene McCarthy, "es imposible que 1,5 millones de armenios fuesen asesinados durante el período entre 1912 y 1922." Según sus cálculos, el número de víctimas armenias se acerca más a los 600.000.
Académicos de peso, como el historiador británico Arnold Toynbee, han confirmado desde entonces la cifra de McCarthy pero, al hablar de las víctimas armenias, no podemos ignorar a los ciudadanos otomanos, musulmanes, judíos, kurdos y cristianos que perdieron sus vidas, y que ascienden a un total que oscila entre los 2 y los 3 millones, una cifra mucho más alta que la de armenios asesinados.
Sin embargo, sin importar el número de vidas perdidas, sin importar de qué lado estuvieran, se mantiene una línea de pensamiento común: el período entre 1912 y 1922 fue un tiempo sombrío para turcos, kurdos, árabes y armenios por igual y para la humanidad en su conjunto.